TÚNEZ / La ley del silencio



La mujer mira hacia arriba, hacia atrás, observa que el camarero no se detenga más de lo debido y se sienta en la terraza de la cafetería que ha elegido minutos antes. Así comenzó una de mis entrevistas hace meses en un barrio rico del norte de Túnez con una catedrática de la Universidad de Manouba y una de las intelectuales tunecinas más polémicas con el gobierno de Zine el-Abidine Ben Alí, en poder desde 1987. 
El primer contacto con la disidente había sido a través de la red social de Facebook. "Llaméme a ese número", había respondido. "¿De verdad Internet es un canal seguro?", le pregunté cuando nos encontramos. "Claro que no; es más muchos dicen que el sistema lo usa para ficharnos. Pero es el único espacio real que nos queda para estar en contacto", me respondió. 
Fue ahí que comprendí porque Internet en Túnez tiene la mayor tasa de penetración entre los países de África del Norte y nada menos que 1,55 millones de tunecinos, el 15 por ciento de la población con una rente per cápita medio baja, son usuarios de la Red.

Eso pese la censura de You Tube, Flick, Daylymotion, Twitter y decenas de blogs silenciados a ratos intermitentes por el gobierno tunecino gracias a la colaboración, según ONGs y disidentes, de batallones de hackers educados en Reino Unido y EEUU que se encargarían de revisar lo que se dice en el ciberespacio.Una caza abierta contra  figuras como el anónimo personaje que está detrás del movimiento tunecino "404 Not Found (en referencia a lo que se ve en la pantalla cuando una página es censurada)", hoy símbolo en Túnez de la lucha contra la represión en Internet. Una caza que en estos días, probablemente, se intensificó en Túnez a causa de las cotidianas revueltas de jóvenes desempleados contra el Gobierno y que están degenerando en violentos choques con la policía. Noticias que los diarios locales se rehúsan a contar, mientras que Europa observa, en silencio.  

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