Su traición

El hombre estaba solo en la habitación del hotel. Había planificado el crimen la noche anterior. Tenía preparado en su cama todos los elementos que iba a utilizar para poder llevarlo a cabo. No era fácil la tarea que le esperaba. Quizá, hasta pensó en abandonar el plan. Pero esa idea sólo duró un instante. Su dolor era más fuerte que su culpa. Ahora sólo restaba esperar.
En la madrugada, se despertó inquieto y se dirigió al baño para tomar un vaso con agua. La ansiedad y los nervios no lo dejaban dormir. Se quedó despierto mirando el amanecer. La hora trágica se acercaba lentamente. Había terminado ya el momento de la suposición y amanecía el momento de la acción.
Tomó las cosas necesarias para concretar su plan, luego de haber besado la foto de ella que tanto contemplaba, a pesar de su traición.

Era la hora. Caminó unos metros y allí se encontraba ese cuerpo a matar: quieto, rígido, trágico, esperando que finalmente efectuara el disparo esa maldita imagen del espejo.

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