Lío de espías en Zagreb
Desde hace algún tiempo, las historias de espías han vuelto a ser
clásicos mundiales. Aparecen en los diarios e inspiran novelas. Desatan guerras
diplomáticas. Pero, tal vez en ninguna parte del mundo, sean moneda corriente
como en los Balcanes. Es el caso del exespía yugoslavo Josip Perkovic, que
este pasado fin de semana fue extraditado de Croacia a Alemania por el
asesinato de un disidente comunista en 1983.
Antiguo director de los servicios secretos croatas y exagente en la
antigua Yugoslavia, Perkovic fue protegido por su país de nacimiento, Croacia,
hasta que se pudo; esto es, hasta el acceso del país exyugoslavo en la Unión
Europea (UE), el pasado 1 de julio.
Lo que provocó a tal punto la rabia del Ejecutivo de Ángela Merkel
que, cuando ésta no apareció en la ceremonia de entrada celebrada en Zagreb,
todos pensaron –y los diarios croatas lo publicaron– que el motivo era
Perkovic.
Al fin y al cabo, Berlín había empezado a reclamar la extradición del
hombre desde 2005, sin éxito, pues Croacia se negaba a hacerlo, sin el menor
reparo, a pesar de las presiones del país germano y de Bruselas, que amenazó
incluso con millonarias sanciones y de retrasar el ingreso del país en
Schengen, el área de libre circulación europea.
Así, al final, Croacia cedió.
En octubre, las autoridades croatas aceptaron modificar su ley que
restringía la aplicación de la orden de búsqueda y captura europea, la llamada
eurorden, y, acto seguido, el pasado día 24 el Tribunal Supremo croata aceptó
la extradición de Perkovic, quien este pasado fin de semana pasó su tiempo
entre las rejas de una cárcel de Norimberga.
Es desde ahí que, con el solo apoyo de un abogado local, Peter Wagner,
deberá prepararse para enfrentar las acusaciones en su contra, por haber
supuestamente asesinado al disidente Stjepan Djurekovic, en las afueras de Múnich, Bavaria.
Pero este desenlace, como dicen las series ejemplares, podría no poner
la palabra fin a este relato.
Porque, además de haber sido el creador de los
Servicios Secretos croatas en 1991 –es decir, tras la caída de Yugoslavia–,
Perkovic tiene un hijo que, nada más y nada menos, trabaja en oficina del
actual presidente croata, Ivo Josipovic.
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