El adiós de un Papa (II) Entre bastidores

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EL VATICANO. - La timidez y el protagonismo no van de la mano. Nunca. Y menos si uno es joven, de aspecto frágil, voz tenue, y en su entorno dominan las primas donnas.

Este es el caso de Charles De Pechpeyrou Guitaut, cuyo nombre es de indudable origen francés y evoca ciertos relatos de otras épocas. De 32 años, aunque aparente 10 primaveras menos, Charles fue, junto a una colega italiana, el primer informador en dar el pasado lunes la noticia que el Papa Benedicto iba a dimitir. "Urgent. Le pape Benoît XVI annonce sa démission", escribió.

Nadie, ni mucho menos, se enteró. Hasta días después, pasó inadvertido que el joven había transmitido la noticia de la renuncia papal el 11 de febrero a las 11.46, el mismo idéntico horario y horario de su colega. "Yo mismo no me di cuenta. Tenía que trabajar y no revisé el horario de envío de mi pieza. Por eso, ahora no quiero polémicas (con su colega)", asegura.

Eso, sin embargo, no fue lo que pasó con Giovanna Chirri, la citada periodista de la agencia italiana Ansa que, a la velocidad de la luz, se transformó en cualquier cosa menos invisible, reconvertida en la heroína del día del periodismo. 

Primero fueron los medios italianos, los cuales, al ser Giovanna de esa nacionalidad, no desperdiciaron la ocasión para anunciar que su connacional había sido la primera en dar la noticia. Y, a seguir, fue el turno de los internacionales. Los anglosajones, los de idioma español, los franceses y así.

Ni rastro de Charles. Eso a pesar de que, como ha hecho en los últimos 4 años y medio al trabajar para la agencia de noticias I.Media, también él estaba ahí esa mañana. Junto a otros tres periodistas, además de los mencionados, un argentino, un japonés y otro francés, seguía la información del día desde detrás de su escritorio en la sala de prensa del Vaticano.

"Un día tranquilo. Eso debía ser aquella mañana. Lo único extraño que noté desde el principio fue que, además del audio, teníamos acceso a las imágenes del acto que se estaba celebrando en el Vaticano, una ceremonia para un consistorio", cuenta ahora Charles.

"Así, con la televisión encendida pero algo distraído, me puse a observar lo que estaba pasando. Vi que al Papa le pasaron un folleto y después, de repente, oí de su boca esas palabras: 'incapacitatem administrandum'. El silencio que cayó en ese momento y las caras petrificadas de los cardenales no las olvidaré jamás", explica Charles, quien aprendió el latín en los años de la secundaria.

El resto de lo que sigue es el relato irreal de la historia de cualquier primicia periodística. "Me dije: el Papa está dimitiendo. E inmediatamente después fue horrible. Sentí que no podía moverme, empecé a temblar y a sudar frío y, luego, decidí llamar al jefe".

"No hablé con Giovanna, pero sí con el argentino, que se río de mí; me dijo: '¿estás loco?'. Luego llegó el francés y también me repitió lo mismo. Por algunos instantes pensé que tenían razón, que me había equivocado", asegura Charles.

Sin embargo, tras verificar la información con el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, las dudas se disiparon. Charles envío su noticia, aunque el mundo, ahora, difícilmente lo recordará. 

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