La vendetta del empresario
ROMA. - En Italia, dicen, no se podría llamar de otra forma. Un tribunal le ordenó readmitir a 19
trabajadores que habían presentado una demanda por discriminación y él, ejerciendo todo el poder que su
cargo le confiere como consejero delegado de la empresa más poderosa del país, Fiat, despidió a otros 19.
Ocurrió el pasado 31 de octubre y desde entonces en la prensa y en las
calles no se habla de otra cosa. "La venganza de Sergio Marchionne", titularon las principales medios del país,
refiriéndose a la polémica medida tomada por el personaje.
En condiciones normales, es decir antes de la crisis y de los
recortes, es difícil pensar que un empresario italiano se hubiera atrevido a
tanto, más aún que suscitó hasta las
iras de la Iglesia católica, algo de lo que muchos huyen en este país.
"Esta fábrica ha humillado a nuestros ciudadanos, a nuestros
trabajadores", dijo el párroco Giuseppe Gambardella, que ejerce en la
sureña ciudad de Pomigliano, donde está uno de los establecimientos de Fiat.
Pero Marchionne, quien fue nombrado consejero delegado de Fiat en 2006
tras años de pérdidas para esa empresa, y que logró levantar la suerte de la
misma, ya lo había dicho claro en numerosas ocasiones. Por ejemplo, en octubre,
durante un viaje a China.
"En Europa -aseguró- nadie
hace dinero ahora”, motivo por la cual la
plantilla en Italia está "sobredimensionada" en relación con el
nivel de demanda en este país y en Europa y el futuro está en las ventas en
países como China. En Europa, agregó, Fiat acumula pérdidas de 700 millones de
euros.
En verdad, son meses, años, que Marchionne -que, curiosamente, tiene su residencia fiscal en Suiza y
pasaporte canadés- hacer temblar a los trabajadores de la empresa que
administra por cuenta de la familia Agnelli. Empezó en 2010, año en el que
mantuvo una duro conflicto con los sindicatos italianos tras que presentara un
plan para reducir el derecho a la huelga.
Pero la novedad es además que ahora Fiat, para seguir en Italia y no
cerrar fábricas, pide dinero público.
Es decir, el del gobierno de Mario Monti,
que difícilmente puede aceptar la petición al estar otras empresas del país
también en crisis y al que no le ha
sentado nada bien la decisión de Marchionne de despedir a los 19
trabajadores.
"Se trata de una medida que no me ha gustado nada", dijo el
ministro de Desarrollo Económico, Corrado Passera, al tiempo que la titular de
Economía, Elsa Fornero, se expresó en tonos similares.
El Partido Democrático (PD), la principal fuerza de centroizquierda,
usó tonos todavía más duros. "Estos despidos son inaceptables", dijo
el líder de la formación, Pierluigi Bersani. "Se trató de un acto
vengativo que ha puesto en relieve la arrogancia del patrón", coincidió
Rosy Bindi, diputada del PD.
Los sindicatos, en particular la Federación de los Empleados y Obreros
Metalúrgicos (Fiom), advirtieron a su vez que lo que está en juego es la "estabilidad social" en Italia, país
en el que hay 14 de los 64 establecimientos de Fiat en el mundo y donde se
sitúa el 27 por ciento de los 66.998 trabajadores que tiene esta compañía
nacida en Turín, según datos de la empresa.
Además, según estimaciones de los sindicatos, Italia ya le ha dado
mucho, muchísimo, dinero a Fiat en los últimos 30 años. "Desde 1977 la
empresa ha recibido más de 7.000 millones de euros del Estado italiano",
subrayó el secretario de la Federación de Trabajadores de Venecia, Giuseppe Bortolussi.
Por estas razones, los gremios de los trabajadores además vinculan la
decisión de Marchionne a la pugna que han mantenido con él en los últimos meses
y al hecho de que el Gobierno de Monti es reacio a aceptar la petición del
empresario.
Y no son los únicos que están enojados con Marchionne y Fiat. El
empresario Diego della Valle, propietario de la compañía de zapatos Tod's, lo
ha dicho bastante claro. Marchionne debe ser "responsable" con Italia
y reconocer lo que este país le ha dado a su empresa.
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