Urdangarin, ¿quién?


Palma. - "Urdangarin, ¿ quién?". Vaya por Dios. Ahora resulta que del tema que inunda los diarios españoles desde más de un mes y hace temblar la mismísima Casa Real española, nadie sabe ni sabía ni quiere saber nada en Palma. La primera vez que pregunté pensé que me había topado con el típico isleño reservado. Pero, con el paso de los días, comprendí que el asunto era más bien una cuestión de honor y orgullo (eso sí, lastimado). De ahí, el silencio de los súbditos mallorquines en la peluquería, en el banco y más aún en las cafeterías, donde abundan los oídos indiscretos.
En verdad, no es ningún secreto. El nivel de conservadurismo aumenta casi proporcionalmente a la dimensión del entorno que nos rodea. Más pequeño es el sitio en el que vivimos, más nuestros vecinos tienden a un sagaz ocultamiento de las verdades incómodas. 
Pero bueno. Igualmente asombra. Sobre todo porque el protagonista tiene linaje noble y, al parecer, es el malo de turno. Se llama Iñaki Urdangarin, es duque de Palma de Mallorca (por cierto, credencial que le concedió el rey Juan Carlos en 1997, tras su casamiento con la infanta Cristina de Borbón) y le ven como sospechoso de los delitos de malversación de caudales públicos, falsedad documental y fraude de Administración, según el auto del juzgado de instrucción nº3 de Palma de Mallorca del 29 de diciembre.
Pero ojo. No es qe la gente no esté al tanto. Al contrario. Solamente no quiere hablar de ello en público y mucho menos frente a un forastero. Eso sí, siguen paso a paso. O mejor, investigación tras investigación. Esto desde hace más de dos años, cuando explotó el caso del ex presidente del Govern balear, Jaume Matas, cuyo juicio empieza este lunes. Con ciento y treinta periodistas acreditados que, los que más los que menos, están en vilo por saber cuáles serán las repercusiones y el daño de imagen para la Casa Real.
Claro está, en ciertos sitios abundan los avestruces socialmente correctos. Y, seguro, tampoco es agradable hablar de las malas hierbas. Pero no por ello deja de ser noticia. Sin embargo, la bella Mallorca es así. Acoge todos los años a miles de turistas provenientes de todas partes del mundo pero guarda (o intenta guardar) sus secretos. Me lo explicó con una ilustrativa metáfora un amigo mallorquín de toda la vida y con un especial tesón para la desacralización.
"En algunos aspectos, aquí es como en Sicilia", me dijo, sorprendiéndome por el excéntrico axioma.
- De ciertos temas, sólo se habla en voz baja.
 - ¿Es decir?
- Las personas se conocen y hay pudor con ciertos asuntos que tocan de cerca la isla.
Luego, mientras pasábamos al lado de un distinguido señor de traje azul, se me acercó al oído y me susurró: "Ése ahí, por ejemplo, algo tiene que ver".

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