El rey comunista, léase, Giorgio Napolitano.
Roma.- Con toda probabilidad, le sentó como una ducha de agua fría en una mañana decembrina. Desde siempre ha sido un tenaz defensor de la República, sistema de gobierno que Italia adoptó en 1946. Pero no se puede excluir que, al saberlo, una mueca de picardía y algo de altivez apareció en su rostro.
Quizás por el amor platónico que sienten los italianos hacia los personajes carismáticos o quizás porque su serenidad contrasta con el fuego que emiten la mayoría de los políticos locales, el Presidente Giorgio Napolitano es tan amado.
Lo certifica una popularidad que es tan alta que ya no es noticia en su tierra natal. Ocho de cada diez italianos lo respetan, el índice más alto entre los políticos. No es en vano. Hábil y dúctil en sus maniobras, es el único que puede presumir haber logrado poner orden en la problemática Italia antes y después de Silvio Berlusconi.
En medio de una crisis económica y con los mercados acechando al país, Napolitano está logrando fungir como mediador entre las fuerzas políticas italianas, con una misión: estabilizar a Italia y evitar la insolvencia.
"(Resolvió) la peor crisis desde el fin de la Segunda Guerra Mundial", afirman observadores, pese a que su figura, la de Presidente de Italia, es meramente simbólica y consiste básicamente en ser garante de la Constitución.
Seguramente, le ayudó su experimentada trayectoria. Antes de ser Mandatario -es el primer Presidente ex comunista de Italia-, fue diputado, líder de la Cámara baja y ministro del Interior.
En 1978 se convirtió en el primer político del Partido Comunista Italiano (PCI), -formación a la que se había afiliado en 1945-, en obtener un visado para viajar a Estados Unidos y hoy sus libros se encuentran en las mejores universidades de ese país.
2011 ha sido su año. Lo empezó encargándose de las celebraciones del 150 aniversario de la unificación de Italia y lo acabó cabalgando el impasse político. Por ello y otras razones, el apodo que ha recibido de la prensa ha llegado para quedarse. Napolitano es, de ahora en adelante, "rey Giorgio".
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