Túnez, en su apogeo democrático

TÚNEZ. - En cola ante el colegio electoral de Ettadhamen, en la periferia de Túnez, Lasad es un río de palabras. Tiene 42 años y nunca antes ejerció su derecho al voto. A su lado, están sus dos hijos a los que, dice, ha venido a dar una lección de democracia.

Los tunecinos, que hace diez meses encendieron la llama de las ola de cambios en el mundo árabe, acudieron el domingo masivamente a votar en las primeras elecciones libres que el país celebra desde su independencia de Francia en 1956 y las primeras en el norte de África desde que un golpe de Estado rompió el proceso democrático en Argelia en 1991.

A pesar del fuerte sol, bajo el cual resistieron hasta por cinco horas los votantes desde temprano en la mañana, y que votar no era obligatorio, colas de varios metros se registraron en la mayoría de los colegios electorales de la capital tunecina, al tiempo que las autoridades locales comunicaron que el primer dato parcial indica que la tasa de participación superó el 70% del total del padrón electoral.
Tras 24 años de la mano de hierro de Ben Alí, el ex presidente tunecino que hoy vive en exilio en Arabia Saudí, para muchos fue la primera vez.
"Antes votar era una mera formalidad. Pero ahora me siento parte del proceso democrático y por eso, he ejercido mi derecho", dijo Farah Miryan, una cajera de 42 años y que votó en el céntrico barrio de la Kasbah.
"Por la primera vez tengo confianza en el destino de este país", agregó Hajer, una ama de casa, de 40 años y que portaba el velo islámico.
Aún así, tras años de abusos y censura, hubo también quién dudó de la credibilidad del proceso, que sirve para elegir a los 217 miembros de la Asamblea Constituyente, el órgano que debe redactar la nueva Constitución del país y pilotear la transición.
"Aún falta educación, la gente no sabe que quiere decir democracia ni cuáles son sus deberes y derechos y por eso vota sin conciencia", dijo el joven Safwene que para votar vino de París, donde vive.
En la cúpula, la batalla crucial de los comicios fue el enfrentamiento entre las fuerzas laicas y socialdemócratas, que se presentaron fragmentadas en varios partidos, y los islamistas, aglutinados en el organizado Ennahdha, que es el favorito según los sondeos.
Como era previsible, también se registraron algunas irregularidades. 
Ocurrió, según medios locales, en particular en el interior rural del país y en las periferias de las grandes ciudades, donde representantes de partidos políticos repartían panfletos e instaban los electores a cambio de dinero, en evidente violación de la ley electoral, a votar por sus agrupaciones. 

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