El espectro del miedo en las elecciones de Túnez

TÚNEZ. - ¿Habrá toque de queda? Es la pregunta del millón que circula en Túnez a pocos días de las elecciones del domingo, las primeras libres de la llamada Primavera árabe.
 Todos los tunecinos viven al interrogante, acostumbrados a un entorno cambiante, sobre todo tras la caída del ex Presidente Zine El Abidin Ben Alí en enero pasado.
 Sentado en el café de la medina, a pocos metros de la céntrica plaza de la Kasbah, Hassan dice que "seguro que sí", mientras que su amigo Nayib, dando por hecho el toque de queda, le echa la culpa a las políticas fronterizas de Túnez que, según él, están facilitando el ingreso ilegal de armas desde una Libia en guerra.
Hay quienes afirman que detrás de la incógnita están los antiguos partidarios de Ben Alí, fieles a la contrarrevolución, que estarían buscando que la transición democrática resulte un fracaso.
 En cambio, las autoridades prefieren, de momento y oficialmente, no tocar la cuestión. "Por ahora, no lo hemos contemplado. Aunque, de ser necesario, estamos preparados", dijo el portavoz de las Fuerzas Armadas tunecinas, el coronel Moktar Ben Nassan.
 "Seamos optimistas", dijo por su parte una voluntariosa empleada de la oficina del Primer Ministro interino, Béji Caïd Essebsi.
 Algunas tensiones del día a día tunecino parecen acentuar las dudas. El martes, una banda de criminales, armados con Kalashnikov, asaltaran un banco en la localidad costera de Chorban.
 El aumento de la violencia criminal se suma al nerviosismo que ha ido creciendo, en los últimos meses, entre las fuerzas laicas y los islamistas, sobre todo los salafí, presentes en Túnez desde los 70, y que salieron a la luz tras la caída de Ben Alí. Aunque no han sido legalizados, se proclaman abiertamente en contra de la democracia y abogan por la imposición de la Sharia, ley islámica.
 El viernes pasado, fueron responsables de una enérgica protesta en contra de una cadena de televisión que había emitido un filme sobre el Islam, a lo que le siguió el sábado una manifestación de las fuerzas laicas.
 Incidentes del mismo tono se produjeron a principios de este mes en cines y en la universidad de Sousse, donde la chispa que provocó la agresión salafí fue la negativa de parte de esa institución de permitir la inscripción de una joven con el hiyab, velo que cubre casi integralmente el cuerpo de las mujeres.
 De reintroducirse el toque de queda sería la segunda vez desde el derrocamiento de Ben Alí, algo que se produjo ante situaciones de evidente riesgo para la población y que no estuvo exento de fatalidades.

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