ROBERTO SAVIANO: "Deseo un poco de paz"
·Irene Savio |
ROMA.- En el anochecer, el perfil de Roberto Saviano (Nápoles, 1979) se recorta contra la ventana de un restaurante de Roma. Ha transcurrido un mes desde que un ex miembro de la Camorra, la mafia napolitana, reveló que planeaban hacerlo saltar por los aires antes de Navidad.
Saviano no es un hombre tímido ni discreto, pero el éxito de Gomorra (Debate), un relato documentado sobre el mundo empresarial y delictivo de la Camorra, lo obliga a mantenerse en la penumbra. No pasa más de tres días en un lugar y para entrevistarlo se deben aceptar estrictas medidas de seguridad, como cambiar varias veces la fecha y hora de la cita.
"Tiene suerte. En este torbellino en el que estoy, es muy difícil localizarme", asegura, rodeado de sus cinco escoltas y a pocos metros de dos coches blindados.
La presencia de Saviano no había sido confirmada ayer por la FIL, pero según fuentes cercanas al escritor, ya se encuentra en México y el lugar donde se hospedará ha sido revisado minuciosamente por su equipo de seguridad. Ante las amenazas que pesan sobre su vida, Saviano podría no asistir a ningún acto público en la FIL.
Hace apenas unos días, en Roma, decía: "Yo quiero ir y era casi seguro. Pero depende de muchos factores: el Gobierno mexicano me debe dar protección y la compañía aérea debe aceptarme".
PREGUNTA: Llegó con una hora y media de retraso. ¿Tuvo algún contratiempo?
RESPUESTA: Sí. El piloto del avión de París no quería despegar porque vio mi nombre en la lista de pasajeros. Las aerolíneas consideran que Saviano es un pasajero que les da una mala imagen. En Estados Unidos, incluso pensaron que yo era un ex miembro de la mafia cuando vieron que mi pasaporte advierte que necesito protección policial.
P: ¿Cómo se siente?
R: Me he convertido en una persona más egoísta, encerrada en sí misma, nerviosa. La rabia me ciega, a veces le doy puñetazos a los muebles.
P: ¿Por qué la Camorra ha sido tan cruel con usted? Su libro no es el primero sobre el tema.
R: He sido condenado porque mi libro se ha leído. Muchos lo han leído, casi dos millones. En general, en cambio, estos libros sólo los leen los intelectuales.
P: ¿Es verdad que planea escribir sobre México?
R: En México se sitúan los verdaderos circuitos de poder del narcotráfico mundial. El control del mercado de las drogas en Estados Unidos, por ejemplo, no lo tienen ni los albaneses ni los rusos, ni mucho menos los italianos. Y, apenas se muera Fidel Castro, planean convertir a Cuba en La Haya del narcotráfico.
P: ¿La Camorra tiene contactos con los carteles mexicanos?
R: No directamente. La Camorra no es como la mafia calabresa Ndrangheta, prefiere los intermediarios. Lo dicen los informes policiales. No quieren vínculos y, si es posible, prefieren que los distribuidores les hagan llegar la droga directamente a Italia. Aún no se sabe si comercian con algún cartel en particular, pero estoy convencido de que sí.
P: Hablemos de escritores, ¿qué opinión tiene de Carlos Fuentes?
R: Lo definiría como un pianista de la literatura. Eso sí, su forma de escribir es muy diferente a la mía.
P: Y García Márquez...
R: Si lo encuentro, le preguntaré sobre el puñetazo que Vargas Llosa le dio en 1976 (risas).
Su vida tiene puntos en común con Salman Rushdie, el escritor angloindio que recibió una sentencia de muerte en 1989 por sus Versos satánicos. Encontré a Rushdie esta semana en Nueva York y me dio un consejo muy valioso. Me dijo: "Mantén tu mente abierta. Nadie te salvará de esta prisión, pero tú sal, vete a las fiestas, encuentra mujeres, diviértete".
P: ¿Qué infancia tuvo?
R: ¿Sabe que esa pregunta no me la habían hecho antes? En general, mis respuestas son casi automáticas. No sé qué decir. Tengo algunos recuerdos pornográficos (risas). Era muy introvertido, solitario, encerrado en mí mismo, casi autista. Vivía encerrado entre dos polos, él de un padre médico de carácter sencillo, y una madre química muy severa. Por otro lado, era un típico jovencito de Campania (región de Nápoles). El primer muerto lo vi a los 13 años, el segundo a los 14. A este último lo habían asesinado sumergiéndole la cabeza en leche de queso mozzarella.
P: ¿Qué desea ahora?
R: Un poco de paz.
(Publicado por Agencia Reforma el 29-Nov-2008)
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