El barrio donde vive la Camorra napolitana
El color
predominante es el gris, el del cemento. Pero también se entreven el verde y el
marrón que provienen de alguna que otra mancha de vegetación. "Eso sí, si
hay sol y si uno logra aislar al paisaje de los alrededores", truena Paola
Sanges, una enseñante de 34 años, mientras describe el escenario en el cual
vive todos los días: titánicos edificios sembrados de minúsculas ventanas que
se suceden unas tras otras, niños que juegan entre escombros y jeringuillas
usadas, ratas enormes que se esconden entre las basuras. Ni una tienda. Ni un
restaurante. Ni un hospital. Bienvenidos a Scampia: el barrio más pobre y más rico de Nápoles; el más
peligroso y más seguro; el más duro y el más fácil. "Depende de en qué
lado estés: con ellos o contra ellos", asegura Paola, refiriéndose a la Camorra, la organización mafiosa que gobierna esta barriada fundada
entre 1981 y 1985 para hospedar a familias napolitanas que lo habían perdido
todo durante el gran terremoto de 1980.
De alguna
forma hay orden en el caos. Pero no justicia. Scampia combina, como el conjunto
de las 10 munipalidades de Nápoles, un paro que roza el 40%, con una natalidad
altísima (una de cada cuatro familias está compuesta por más de cuatro
miembros, uno de cada cuatro habitantes tiene menos de 18 años) y es en teoría
uno de los barrios más pobres de Europa. En teoría.
Porque, en la práctica, Scampia es
uno de los cuatro grandes supermercados de la droga –junto con barrios
napolitanos de Rione Traiano, Case Nuove y Forcella–, factura 16.000 millones
de euros anuales y emplea a 100.000 personas. Al menos. Porque las estadísticas
oficiales de la policía y del gobierno local dicen que los datos sobre los
negocios de la Camorra son
cambiantes, día tras día. Como todo por aquí.
Animal tentacular
Lejos de ser
una entidad única e indivisible, en efecto, la Camorra podría describirse metafóricamente como un animal
tentacular en perenne lucha consigo mismo.
Las cifras
dan una idea del fenómeno. En la actualidad, los investigadores han censado a
dos principales carteles en los cuales se aglutinan seis familias de mafiosos
en competición con otros 106 clanes y más de 5.000 afiliados, como reportó el
pasado 31 de enero el presidente del Tribunal de Apelaciones de Nápoles, Luigi
Martone, en ocasión de la inauguración del año judicial italiano. "No es
organización vertical y jerárquica, sino horizontal, compuesta por varios
clanes que o se alían y hacen negocios de forma conjunta o pelean y desatan
luchas intestinas", explicó Martone. Las luchas, cuando las hay, se
desatan con el objetivo de hacerse con el control de un territorio o de un
negocio. Así ocurrió, por ejemplo, entre 2004 y 2005, con el clan Di Lauro y el
grupo secesionista de Los Españoles (llamados así porque sus líderes se
refugian en España cuando están en aprietos) quienes entraron en guerra para
hacerse con el control de Scampia y Secondigliano, otro distrito con altos índices
de desocupación y una fuerte infiltración mafiosa. Y así había ocurrido, antes,
en los años 1980 y 1982, tras la caída en las redes de la Justicia italiana del
jefe Raffaele Cutulo. La guerra entre dos ramas de la Camorra, la Nueva Camorra Unida y Nuova Fratellanza, dejó atrás más
de 230 muertos, entre camorristas y víctimas de balas perdidas.
Los niños perdidos
En lugares
como Scampia o Secondigliano, a los niños los años les pasan rápido.
"Cuando alcanzan los 11, 12 años, los camorristas les ofrecen tareas como
hacer el ‘palo’, es decir, el chico que se encarga de esperar la llegada de los
clientes en la calle y, luego, conseguirles todo lo que ellos pidan solicitándolo
a sus superiores", cuenta T. , una estudiante de 28 años que pide el
anonimato. Un ‘palo’ menor de edad puede ganar hasta 500 euros al mes. Pero si
es guappo (valiente, en napolitano), poco después lo suben de nivel convirtiéndole
en vigilante, uno de los chicos que circulan en motocicletas y avisan a los
superiores de cualquier movimiento sospechoso en el barrio. Con ese cargo su
salario sube a 1.000 euros.
Ni la cárcel
frena la influencia de la Camorra sobre
los críos. En prisión, el sueldo de los chicos lo perciben sus familiares,
cuyas necesidades también son atendidas por la Camorra. "Les dicen: ‘no te
preocupes te lo resolvemos todo nosotros... Y ellos se preguntan: ‘si no me
incorporo ¿qué haré?’", cuenta T., quien asegura que la mayoría de estos
críos crecen pensando que la única forma de sobrevivir en el mundo es la
ilegalidad.
La resistencia
Pero si
desocupación, droga y Camorra suelen
ser los elementos más utilizados para explicar la perenne crisis social de Nápoles,
es sólo una cara de la situación.
Alessandro
Zanutelli, de 70 años, es un misionero comboniano conocido en Italia por haber
vivido la mitad de su existencia en lugares de alto riesgo: Sudán, Somalia,
Kenia. Desde 2001, sin embargo, es una de las voces disidentes de Nápoles. Vive
en el barrio napolitano de la Sanità, más central que Scampia, pero igual de
peligroso y ahí ha abierto, en colaboración con la asociación de promoción
social Mani Tese, un centro de educación postescolar que ayuda a unos 60 niños
napolitanos.
"Hay días
en los cuales nos sentimos impotentes. Las cosas han empeorado. Ahora, muchos
de estos niños se dejan tentar por esos señores que les ofrecen lo que ven en
la televisión, la vida fácil, el último modelo de zapatos, el dinero",
cuenta Zanotelli. "Se les ve en la cara cuando están a punto de iniciarse.
Nosotros intentamos convencerlos de no abandonar la escuela", agrega
Zanotelli. La
resistencia, sin embargo, es difícil. La región de Campania y su capital, Nápoles,
la tasa de abandono escolar, según datos oficiales de 2007, equivale al 15% del
total. Es decir, el doble respecto al 6,2% que registró en ese mismo período
otra región italiana, Friuli Venezia Giulia, al norte del país.
"Las
condiciones sociales de vida, en efecto, –advierte Zanotelli– de las familias
que viven en barrios con índices de infiltración camorrista, son un elemento
clave. Muchas de éstas le deben todo a la Camorra: el dinero que perciben
provienen de sus actividades ilícitas". Por eso, no es de extrañar que
cuando un policía penetra en barriadas como Scampia, mujeres y niños hagan
circular de inmediato la voz. Un mecanismo similar se usa si hay que solicitar
un crédito: en lugar de ir a la banca, que no da dinero sin un sueldo fijo y
legal, uno puede pedir a los mafiosos. Esta es la Camorra que se transforma en ‘Sistema’,
como la llaman los propios camorristas, una organización arraigada que está en
todas partes: ayuntamientos, instituciones regionales, hospitales...
Lo prueban
los propios datos sobre la infiltración camorrista. Sólo en la provincia de Nápoles,
cuartel general de la Camorra,
al menos 52 administraciones locales han sido disueltas en los últimos años por
infiltración mafiosa. En toda la región de Campania, 86.
Global business
A pesar de
que el tráfico de estupefacientes es la principal fuente de ingresos (el 29%)
para la Camorra, no es la única.
Un informe del Observatorio contra la micro criminalidad, que analizó los años
2007 y 2008, lo destaca: representantes de esa organización mafiosa también han
sido acusados de hurtos (24%), robos (24%), lesiones a terceros (4%), producción
y venta de productos falsos (4%), extorsiones (3%) y otros (6%).
Las ganancias
de los ilícitos, aseveran los investigadores, pueden ser reinvertidos en otras
actividades criminales o en negocios considerados lícitos, como la
adquisiciones de inmuebles o acciones cotizadas en las bolsas. En este caso, la
labor de los investigadores se complica. "No son ningunos tontos, muchos
entre los camorristas estudian Economía y viajan al extranjero para
actualizarse en nuevas estrategias de venta y crean nuevas formas para esconder
sus beneficios", asegura T.
El negocio
les vale los riesgos. Según la relación anual que estudia y publica el fiable
Instituto de Estadísticas, en total, las cuatro grandes mafias italianas –además
de la Camorra, existen la más
conocida y cinematográfica Cosa Nostra Siciliana, la ‘Ndrangheta de Calabria y
la Sacra Corona Unida, que tiene su base de operaciones en Puglia– generan
anualmente beneficios (ingresos) que ascienden a la exorbitante cantidad de 130
mil millones de euros, el equivalente al 6% del Producto Interior Bruto de
Italia, y poseen conexiones en los cinco continentes. Y, por supuesto, también
en España.
(Publicado
en la revista española MAN el 23.02.2009)
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