Pánico de película en Venecia

VENECIA. - Ayer, el Festival Internacional de Cine de Venecia, que celebra en estos días su 71ª edición en la célebre ciudad de los canales, despertó un formidable interés. Pero no fue por las películas. Fue por una falsa alerta de bomba que, a las cinco de la tarde, marcó un cambio en el guión preestablecido.

La proyección 'Red amnesia' (Amnesia roja), del director chino Wang Xiaoshuai, prevista en la Sala Grande del Palacio del Cine, fue suspendida, mientras un par de decenas de policías y perros antiexplosivos hacían su ingreso en el recinto. Lo que descubrieron fue que, en realidad, se trataba de una mochila, presuntamente olvidada por algún distraído. 

Ya era tarde. La noticia había saltado en las páginas web de varios diarios locales y en las redes sociales. Esto se debió a que el percance duró casi una hora y también retrasó el estreno de 'Burying the ex' (Enterrando a mi ex) del director de cine Joe Dante, y de la esperada cinta “Pasolini” del estadounidense Abel Ferrara, que compite por el León de Oro.

Y eso que no fue la única escena peculiar del día. Ya entrada la noche, por ejemplo, Ferrara y su elenco de actores— entre los que está el talentoso Wiliem Dafoe— fueron a ratos oscurecidos por Belén Rodríguez, una vedette argentina muy popular en Italia pero desconocida en el resto del mundo. En la alfombra roja, Rodriguez repartió autógrafos a más no poder. 

Otra, del mismo cariz, ha sido la actriz de origen ucraniano Milla Jovovich que está en Venecia por su actuación en “Cymbeline”, y que en los pasados días ha cautivado al público llegando al certamen luciendo su segundo embarazo. “Hete aquí la feria de las vanidades”, ironizaba Diego, un aficionado de cine. 

En cambio, algunos pesos pesados como el mexicano Alejandro González Iñárritu, quien abrió el Festival con “Birdman”, favorita para hacerse con el León de Oro, han desaparecido de la escena. Según sus productores, Iñárritu se ha ido de la ciudad. De igual forma, tampoco se sabe dónde está el neoyorquino Al Pacino, que ya presentó “Manglehorn", de David Gordon Green, y “The humbling” de Barry Levinson.  

Como si no fuera suficiente, durante toda la jornada, amenazó con llover. Al final, no llovió, aunque el cielo gris de Venecia parecía reflejar el estupor de los que han venido al certamen a ver cine y están pagando precios exorbitantes. Un café vale en Venecia lo que en Roma cuesta la suma de tres. 

Con todo, los jefes de ventas de los filmes siguen convencidos de que vale la pena venir hasta aquí. “Por supuesto que sí. “Pasolini” ya ha sido vendida a distribuidores de 13 países e incluso hemos recibido una oferta de México, que no hemos aceptado aún pero que es un buen presagio”, explicó Peter Danner, que coordina el equipo que está vendiendo la película de Ferrara.


Según datos de los organizadores de Festival, el número de distribuidores que acuden a Venecia creció un 25 por ciento entre 2012 y 2013, lo que es un buen resultado para una cita que sigue teniendo mucho glamour pero que, según algunos observadores, no suele hacer firmar muchos contratos.

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