SAN MARINO / La cárcel sin detenidos




@ Irene Savio

SAN MARINO. - En el mundo hay cárceles que han pasado a la historia por ser escenarios de terribles leyendas. Como la prisión argentina de Ushuaia que albergó en los años 20 al asesino Cayetano Santos Godino, más conocido como el Petiso Orejudo, que fue ajusticiado tras haber supuestamente torturado al gato de sus compañeros de celda. O el centro de detención de Guantánamo, en Cuba, donde, recientemente se reveló, que agentes del Gobierno estadounidense torturaban a reos. También existen ejemplos entre los numerosos centros de detención para inmigrantes que hay en Europa, donde un día sí y otro no se producen revueltas de presos. Pero este no es el caso de San Marino. 
En este diminuto y rico estado enclavado en el norte de Italia, en medio de las regiones de Emilia Romaña y de las Marcas, hay sólo una cárcel y la mayor parte del tiempo está vacía.
En el momento de realizar este artículo, no había ningún detenido y meses antes había una persona encarcelada, pero se trataba de un sexagenario que había cometido un delito leve y sólo pasaba allí las noches.
SEYCHELLES.Lo curioso es que tampoco habría lugar para albergar a muchos presos. De hecho, esta cárcel sólo tiene seis celdas y, como máximo, operan tres guardias que se turnan en las labores cotidianas."Sólo ingresan allí ciudadanos de San Marino que han cometido delitos. No se aplica, casi nunca, la cárcel preventiva y los ciudadanos de otros países son juzgados y encarcelados en Italia", explicó a esta periodista Patrizia, una guía local.
Lo singular es también que la prisión está ubicada dentro de un convento católico de frailes capuchinos (a los cuales el Gobierno local paga un alquiler), a pocos metros de distancia del Gran Hotel de San Marino, uno de los alojamientos más lujosos del pequeño Estado-enclave.
Patrizia se ríe y explica, los sanmarinenses bromeando dicen: "Lo metieron en las seis-celles", haciendo un juego de palabras entre las míseras seis celdas de la prisión y la celebre localidad turística de las islas de las Seychelles. 
Una ilusión sólo posible en la idílica San Marino.

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