ROMA / Los 007 en incógnito contra los cacos

ROMA. - Policías, pero sin uniforme. Para combatir el incremento de hurtos en transportes públicos de cacos que se aprovechan de la ingenuidad de los turistas. Lo último que he descubierto por estos pagos es que, ante llegada masiva de viajeros extranjeros en verano, los Carabinieri (policía militar), viajan de incógnito en transporte público y realizan operativos.

Así, un día: horas 16 y media de la tarde. Un elegante hombretón, con sombrero de paja y traje azul de rayas gruesas estilo gánster de Chigado se sube a un alborotado autobús de la línea 40 que conecta la estación trenes de Termini con El Vaticano.
Hace calor y el aire acondicionado apenas alivia. Hay mucha confusión, entre turistas, viajeros con maletones y una decena de inmigrantes bengalís y marroquís que hablan en voz alta.
El autobús hace su recorrido normal, es puntual. Hasta aquí nada fuera de lo normal para esta época del año.
Luego, de repente, la marcha del carro se interrumpe bruscamente. Se oye un grito y algunos pasajeros descienden rápidamente del autobús, mientras una cartera vuela debajo de mis pies.
Durante algunos segundos, la incógnita domina. Pocos pasajeros entienden qué está ocurriendo. Y luego, de nuevo, el grito.
"¡Yo no fuiii! ¡Por Dios! Señor, ¡yo no fuiii!", grita un anciano sin dientes, de aspecto insospechable.
"¡Callate! Soy policía, soy policía. Te he estado mirando 20 minutos, ¡callate", le responde un hombre con tono frío y determinado, mientras levanta la cartera del piso con un abrazo y con el otro sujeta al anciano.
Los pasajeros le miran atónitos. Pero no es lo que está ocurriendo lo que llama la atención, sino la vestimenta del policía. Pues no sólo está sin uniforme, sino que parece él mismo un perfecto turista: camisa planchada a cuadros, pantalones cortos claros y anteojos de sol.
El turista alemán, propietario de la cartera, mira perplejo; no habla. Su acompañante, una mujer de pelo rubio teñido, sonríe. El ahora identifcado agente sigue al teléfono y pregunta qué hacer.
"Es un carterista, si, si, si. Un caco. ¿Dónde puedo llevarlo? ¿La próxima parada? ¿La comisaría de plaza Venecia? Ok. ok. Estamos llegando", dice a su interlucutor.
"Don't worry", le dice en inglés al turista alemán. "Tendrá que bajar conmigo", agrega.
Se acerca el hombre de traje a rayas; es el colega del policía y , sin descomponerse, intenta tranquilizar al carterista, que sigue gritando. "Se lo dirá al juez, se lo dirá al abogado". Son ambos, dicen, miembros de los Carabinieri, la policía militar italiana.
El autobús retoma el camino y en breve alcanza la parada frente a la comisaría. Los dos agentes, el anciano carterista descienden, junto a los turistas alemanes.
No ha pasado ni cinco minutos desde el inicio del operativo. Escenas de un verano romano.

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